lunes, 29 de noviembre de 2010

Alteridad

Introducción
Me parece muy importante y pertinente el aclara el concepto de alteridad, ya que a partir de el, se basara la gran mayoría de este ensayo, por la razón de que se busca encontrar afinidad con la problemática que han sufrido los pueblos indígenas, no solo de nuestro país, sino de todo Latinoamérica.
Alteridad es cambiar nuestra perspectiva por la del "otro", teniendo en cuenta su punto de vista, la ideología, la concepción del mundo que ellos tienen, siempre respetando y no dando por supuesto que la "de uno" es la única realidad que existe.
Partiendo de este concepto, trataremos de relatar la realidad objetiva de todo lo que ocurrió desde la conquista Europea, hasta nuestro tiempos, siempre buscando a la verdad, y no exagerando, ni minimizando ninguna situación que ayan acaecido en este transcurso de tiempo.
No se tratara de ver a el “mal salvaje” como fue visto en el tiempo de la colonia, que lo veían como a un monstruo físico y moral, para promover un desarrollo agresivo en contra de las sociedades nativas de América, ni tampoco como el “buen salvaje”, de Rousseau en el que la pureza y bondad originales fueron corrompidas y distorsionadas por la civilización y la interacción con los europeos.
Cada uno como sociedad individual, con sus reglas y lineamientos, pudo haber tenido sus errores y virtudes como cualquier comunidad, pero no será omitida ninguna realidad, por parte de las dos contrapartes aquí expuestas.
Lo que si se hará será denunciar el mal trato y la discriminación que ha sufrido el indígena a través del tiempo, hasta nuestros días, ya que todavía no se ha logrado ese punto medio de respeto y de unidad, el la que se podrá dar los mismos derechos y privilegios a todos por igual.

El proceso histórico latinoamericano estuvo siempre marcado y viciado de propuestas y manejos de las fuerzas Europeas, las cuales vinieron -según ellos- a liberarnos de nuestras ataduras ideológicas, culturales y religiosas, esto dio como resultado explotación y disgregación. El continente americano sufrió divisiones como consecuencia de los intereses europeos en la región, que conquistando, colonizando y destruyendo, desmembraron y dispersaron a la población originaria que debilitada, fue sometida a su antojo por las conveniencias europeas.
España y Portugal fueron los mayores usufructuarios de todas las riquezas que en América Latina habían, nos despojaron de casi todo lo que éramos y de lo que teníamos, en su afán de ocupación y por la imposición de la fuerza tomaron posesión de los territorios que hoy detentan como propios, particularmente las islas caribeñas, las cuales se encuentran bajo su mando.
El fin de estas ocupaciones Europeas era tener presencia en América, para poder explotar como propios sus recursos, siendo estos mismos los que les darían riqueza, poder y estatus internacional; mientras que aquí en América, solo se vivía confusión, desesperación y denigración por parte de los Europeos.
Antes del contacto con Europa en América Latina había hombres y mujeres, civilizaciones y culturas que no estaban marcadas por ese concepto de otredad que implicó la conquista, esto solo para poder legitimar sus discursos euro centristas del "Otro", es aquí donde comienza la construcción del concepto reduccionista de "indio".
Creo que para el momento de la conquista de América, ya nos habíamos convertido en un solo pueblo, desde Alaska, hasta Chile, por la razón de que los europeos nos veían como una sola tribu que se extendía por un basto terreno, el cual tenía que ser civilizado y convertido al cristianismo.
No vamos a obviar que antes de la conquista, los pueblos de América si hacían ocupaciones a otros pueblos del continente, pero esto no significaba ni implicaban una destrucción de la civilización, ni una imposición civilizadora, ya que no se alteraban ni la organización productiva, política interna, o la religión.
Por su parte la conquista española en mesoamérica impone una nueva manera de dominar que implicó la destrucción, el saqueo y la negación de la civilización preexistente, al punto casi de la destrucción total de ellas, tanto en lo físico, como en lo material.
Esta ideología y percepción de que los pueblos indígenas en la que ellos eran minimizados y invisibilizados perduro y perdura en nuestras sociedades, por lo que la antropología latinoamericana surgió como el entendimiento del “Otro”, en el cual se pone en la palestra, las problemáticas que sufren estas sociedades.
La idea de la antropología latinoamericana es la de eliminar de una vez por todas ese estigma de mundos ajenos y total mente desligados a nosotros, más bien, se desea hacerlos parte sus naciones y democracias a las cuales ellos pertenecen, “Así se trata de enfocar la estrecha relación existente en Latinoamérica entre la producción teórica y el compromiso con las sociedades estudiadas en la cual las sociedades estudiadas no son entendidas como mundos exóticos, aislados, lejanos o fríos, sino coparticipes en la construcción de nación y democracia en estos países”( Jimeno, 2004:33).
Claro, como en toda disciplina y como en cada empresa que hace el hombre, se encuentran irregularidades, que entorpecen y desacreditan muchas disciplinas, ya que a la antropología latina se le achaca la idea de que también es discriminatoria en el contexto de incorporación de conceptos, por parte de antropólogos del centro de América.
El problema radica en que se ve a la antropología latinoamericana como una metrópolis centrada tanto en México como en Brasil, ya que en estos lugares es donde más auge tomo la disciplina y de donde han salido la gran mayoría de expositores de la misma.
Es por esta razón, que un pequeño grupo, ven a los antropólogos de los demás países como estudiosos que solo asimilan las ideas de los grandes centros de enseñanzas y que no son capases de crear hipótesis ni teoría antropológica por parte de ellos.
“Subyace allí la idea de que en los países periféricos o no se produce teoría en antropología o esta es una transplante de las tendencias teóricas creadas en los centros metropolitanos” (Jimeno, 2004: 35).
Estas concepciones erróneas se han ido acabando poco a poco, y la importancia de todas las formas de antropología latinoamericana están siendo analizadas e incorporadas a la ciencia como tal, dándole el lugar que se merece.
La implementación y la integración de la información que emana de la antropología de nuestros países de Centro de América, no será solo para intercambio de notas académicas, sino debe ser vista desde una perspectiva de debate, los cuales pueden enriquecer más nuestros estudios, lo que daría como resultado un consenso en los temas que se toquen, desde un punto holístico.
La antropología latinoamericana ha participado en la creación de categorías y enfoques generales para de esta manera comprender la presencia y la acción social de una gran variedad de actores sociales emergentes , que no se restringen a reclamar su existencia política, sino también modificar las leyes de sus países, dándole lugar a su propia memoria histórica. Es muy necesario que para que esto se logre, el replantear conceptos tales como comunidad, etnia o identidad y muchos otros más.
“Si bien el antropólogo latinoamericano realiza su conocimiento a partir de una relación de exterioridad con otras culturas y lo hace a partir de su propia cultura científica, de origen principalmente metropolitano, inevitablemente mantiene una relación de intimidad con ese “Otro” (Jimeno, 2004: 42).
Este contacto con el otro, esa identificación con él, esa alteridad, que tenemos con los pueblos indígenas, fue la punta de lanza para la antropología latinoamericana.
El problema indígena nace desde el punto de vista económico de un país, y trasciende a otros tópicos más complicados dentro de una sociedad, hay más aspectos que conforman a las naciones, en las que ellos son completamente ajenos e ignorados por completo, como por ejemplo los mecanismos administrativos, jurídicos o eclesiásticos.
Es muy difícil que estos pueblos por si solos puedan resolver este problema, ya que alzan la voz y nadie los escucha; desgraciadamente han sido reducidos en población, esto no los hace una gran fuerza como para poder conformar un partido político en el cual puedan defenderse, dentro de la estructura del Estado Costarricense.
Es aquí donde alzamos la voz nosotros por ellos; debemos de tratar de hacer conciencia en el individuo para de esta manera, crear un despertar social ante la injusticia que ellos sufren, ya que si no la “condición indígena puede mejorar de dos maneras: o el corazón de los opresores se conduele al extremo de reconocer el derecho de los oprimidos, o el ánimo de los oprimidos adquiere la virilidad suficiente para escarmentar a los opresores” (Mariategui, 2007: 31).
Ya en algunos países de Latinoamérica se han librado cruentas batallas por los derechos indígenas, en las que muchas personas han perdido la vida, por esta causa, tanto de un lado como del otro.
En un país como el nuestro, lo último que queremos es que esta situación llegue al extremo de convertirse en un conflicto armado, se supone que en Costa Rica todo se arregla hablando, y esa es la esperanza de todos, que mediante el dialogo se pueda resolver este problema.
Debemos de aumentar las dimensiones de las reservas indígenas, devolverles un poco de lo que les ha sido arrebatado a través del tiempo y siempre a sido de ellos, ya que la tierra para el indígena es su alegría, “El indio ha desposado la tierra. Siente que “la vida viene de la tierra” y vuelve a la tierra. Por ende, el indio puede ser indiferente a todo, menos a la posesión de la tierra que sus manos y su aliento labran y fecundan religiosamente”, (Mariategui, 2007: 36).
Si les damos la potestad y el poder de la expresión -y aparte los escuchamos- es posible que la solución de todos estos problemas se de, pero esta solución debe ser social y sus realizadores deben ser los propios indígenas.
En muchos de los países latinoamericanos se ha ido dando una serie de transformaciones que han beneficiado al movimiento indígena, más que todo en el escenario político, en los cuales ya se ven grandes conglomerados étnicos participando activamente en la toma de decisiones.
Las modalidades de participación son variadas según los países, pero lo que importa es, la incorporación gradual de la nacionalización de los movimientos indígenas, promoviendo sus metas socioculturales, políticas y económicas.
El tema de la autonomía se hace presente en muchas mesas de discusión de los países Latinoamericanos, la propuesta de que esta es la solución a los conflictos étnico-nacionales y del marco jurídico-político, toma mucha fuerza.
“La atención de un buen número de organizaciones indígenas hacia la autonomía estaría reflejando una elevación política de la conciencia étnica y un mayor desarrollo programático, como resultado de una mejor comprensión de la sociedad nacional en la que los grupos étnicos están insertos” (Díaz-Polanco, 1999:119).
Pero si creemos que con solo el echo de entregarles un territorio con nuevos perímetros sería la solución a todos los problemas, estaríamos cometiendo un gran error, ya que esto implica el reconocimiento tanto del pueblo, siendo este considerado una unidad social, jurídica y política, capaz de tomar decisiones importantes para ellos mismos.
El termino etnodesarrollo consiste en un cambio de la correlación de fuerzas sociales y un cambio político que iguale fuerzas, entre los grupos sociales y la población, para así poder desarrollar su propia cultura, de una forma libre y respetada, por todos.
Este proyecto de etnodesarrollo consistirá primordialmente en una ampliación y consolidación de los ámbitos de la cultura propia, considerando a esta misma como la fusión de todas las culturas que conforman a un país; eso si, el apoyar a todas las formas de organización propias, no significa rechazar la innovación, ni al desarrollo de un Nación.
Ya que si solo se entorpece el libre crecimiento de un Estado, así por así, sin ninguna base sólida, solo por creer que todo desarrollo es malo, tampoco es la consigna de este trabajo, ya que de lo que hablamos, es de crear una unidad, igualitaria, respetuosa y conciente de las problemáticas que suceden dentro de ellas, pero si dejar descuidado el aspecto de implantación en un mercado mundial, para poder sobrevivir en este mundo capitalista.
Tampoco se trata de dinamitar las fronteras con Costa Rica y empujarnos al mar, para convertirnos en una isla, para de esta manera desconectarnos del mundo, no se trata de una igualdad social, de un respeto por igual, pero también de un bienestar total para todos.
“Anoto lo anterior sólo con la intención de mostrar que la proposición de apoyar el proceso etnodesarrollo en las formas de organización propias, frecuentemente identificadas como tradicionales, no significa rechazar la innovación, ni privilegiar a las formas “tradicionales” como las únicas validas o permanentes.” (Bonfil, 1982:140).
Se que suena a utopía, a algo que solo en los mejores cuentos de “hadas” puede ocurrir, pero la idea de ser una sola sociedad, respetuosa de la individualidad, es algo que siempre anhelare y luchare para que se de.
Sabemos que todos estos grupos sociales tienen su cuota de verdad, tienen su historia, sus costumbres, ceremonias, conmemoraciones, dioses, comidas, vestimenta, y cosmovisión diferente a las de nosotros, esto nos puede enriquecer y fortalecer como nación, ya que la acumulación de pensamientos e ideas, nos hará más tolerantes.
“Actualmente se acepta en forma creciente el paradigma de la convivencia igualitaria de culturas, pero el imaginario sobre el bárbaro no ha desaparecido sino que sobrevive implícito en las representaciones comunes de la sociedad y en la ideología del indigenismo.” (Barrabás, 200:19).
Dejemos ya de construir de una vez por todas a “Otro” como fuera de la historia y del tiempo, exotizándolo y demonizándolo, ya sea como un ser ensalzado en su pureza o por ser un “primitivo” destinado a desaparecer, si no lo logramos “aculturar”.
Veámonos como uno solo, sin perjuicios ni estereotipos, igualitariamente; formemos parte de esta “Alteridad”, para de esta manera poder entender y comprender el ¿Por qué? de las cosas que nos acompañan día a día, tanto a nosotros, como a él “Otro”.